La nueva vida del Clamores

Clamores

Lo bueno de una ciudad como Madrid, celebrada en el mundo entero por su inagotable vida nocturna, es ver cómo sus salas, llenas de tradición y excelente oferta, son capaces de renovarse y seguirle el pulso al momento presente. Ese es el caso de Clamores, legendario recinto de la calle Alburquerque de Madrid y uno de los templos musicales consagrados al jazz y las músicas negras en esta ciudad.

Clamores abría sus puertas el 25 de julio de 1981, momentos en los que la oferta de jazz para Madrid era más bien escasa. Por aquel entonces solo había un club de jazz en Madrid: el mítico Whisky Jazz de Diego de León, en el que recalaban como en su casa artistas de la talla de Jayme Marques, Vlady Bas o Pedro Iturralde, dentro de la pequeña escena del jazz nacional. Pese a que aquellos eran los años en los que la movida parecía haberse adueñado de toda la capital, Clamores nacía como un club que apostaba valientemente por el género de la improvisación con la característica esencial de programar música en directo de forma diaria. Era un empeño arriesgado que, sin embargo y a base de hacer la cosas bien hechas, caló desde el principio entre un público ávido de jazz de calidad.

Se calcula que, desde entonces, más de 34.000 músicos han tocado sobre su escenario en más de 16.000 actuaciones de aproximadamente 9.000 formaciones musicales diferentes. Incluso, coincidiendo con su trigésimo aniversario, llegó ha editarse un libro-CD-DVD que recogía la historia y algunas de las actuaciones más celebradas en aquel local. Con el tiempo la paleta de géneros se fue ampliando y fue posible disfrutar en Clamores de la música de Tete Montoliú, Roy Haynes, Joe Henderson, Terence Blanchard o Stanley Jordan, entre muchos otros dentro del jazz. Pero también de la Vieja Trova Santiaguera, Compay Segundo, Omara Portuondo entre los cubanos; o de Carmen Linares, Chano Lobato, Rancapino, Agujetas, José Menese o Capullo de Jerez en el ámbito flamenco. Incluso de afamados rockeros como Elliott Murphy y hasta fue uno de los escenarios fijos del gran Antonio Vega, un asiduo de aquella sala en la que dio algunas de sus últimas actuaciones.

Pero, como todo ha de renovarse, la sala Clamores cambió de dueños en 2016 y Roberto Rey, otro afamado empresario de la oferta musical nocturna en Madrid, se puso manos a la obra para dar un nuevo impulso a aquel espacio de siempre. Lo primero, cuenta Roberto, fue un cambio de imagen: “Sobre todo queríamos intentar recuperar y poner al día la esencia original de la sala, empezando por un buen lavado de cara: el mobiliario, la iluminación…”. La idea era volver a centrar el Clamores en el vasto campo de las músicas negras: “En una evidente apuesta por la calidad, nuestro objetivo es programar bandas de primer nivel, tanto nacional como internacional, aprovechando su paso en gira por Europa y España. Se trata siempre de gente de primera línea dentro del jazz, soul y funk y derivados: latin, afrobeat…”. Clamores vuelve a vibrar entonces con contrastados artistas como Victor Wooten, The Robert Glasper Experiment o Cecile McLorin Salvant, entre muchos otros nombres”. Sin embargo, Clamores no se cierra solo a esas músicas: “También hay noches en las que tocan artistas indies  o cantautores”.

En este loable intento de rejuvenecer al público, Clamores aprovecha sus posibilidades y abre hasta las 6 a.m. ofreciendo un espacio de baile que hace las delicias de especialistas y no iniciados: “La idea es continuar con la premisa de música de calidad, en este caso orientada a la pista de baile. Programamos excelentes DJ’s nacionales e internacionales, siempre alrededor del New Disco, House, Soul, Funk, R&B…”. Otra sensacional aportación que ha traído es su barra, en la que se sirve una selecta lista de combinados: “Uno de los socios, Alberto Martínez es dueño del 1862 Dry Bar, premiada como mejor coctelería de España en los últimos dos años. Él ha aportado a la sala una carta impresionante, con cócteles muy originales y divertidos ya desde su presentación”.