La mallorquina Maika Makovski recala este 20 de octubre en el Teatro Lara para presentar en directo las canciones de su último disco Chinook Wind, un apasionante viaje exterior a las raíces de Maika -de padre macedonio- e interior, al lugar del que proceden esas emociones que ella plasma como nadie en música.
Compositora, cantante y actriz, Maika comenzó a escribir canciones de forma precoz a los doce años y a actuar en vivo a los catorce. Viajera impenitente desde sus inicios, se estableció en Barcelona, ciudad en la que debutó discográficamente con el álbum Kradiaw en 2005. Con él tuvo enorme impacto entre la crítica, llevándole a girar con artistas como Howe Gelb, The Dubliners and The Jayhawks. Con su segundo disco Kraj para Koferot obtuvo pasaporte para presentarlo por toda Europa, llamando la atención de John Parish, productor de PJ Harvey, Eels o Tracy Chapman, quien invitó a Maika a su estudio de Bristol para grabar su tercer álbum llamado simplemente como ella y en el que colaboraron artistas de la talla de Jim Barr (Portishead) y Billy Fuller (Robert Plant). Maika volvió a salir de gira internacional para presentarlo, actuando en Londres, Nueva York, Chicago, Austin y varias ciudades de España durante 2010 y 2011. Mientras, recibía el premio UFI (Premios de Música Independiente) al mejor artista en junio de 2011. Ese mismo año edita Desaparecer, disco en el que presenta en su versión más rockera. El disco nació de la propuesta para realizar su debut teatral, de idéntico título, por parte del director, Calixto Bieito, en que Maika musicaba en escena los textos que recitaba Juan Echanove. En abril de 2012 publicó su quinto disco Thank You for the Boots, su disco más optimista, y, tras cuatro años de silencio y peripecias personales que la han resituado en un mundo no siempre fácil, este año ha aparecido Chinook Wind, disco que procede de un reciente viaje a la tierra de su padre. Un disco para atenuar heridas y desengaños: “Es un disco cálido a pesar de tocar temas a veces incómodos y yo creo que es por el poder y la influencia de esa experiencia”.
La pregunta es obligada: ¿qué importancia ha cobrado Macedonia en la creación de Chinook Wind? Maika argumenta: “Musicalmente no es algo evidente, pero el viaje, la inmersión en unas raíces a las que hasta ese momento sólo conocía superficialmente, me ayudaron a afrontar todo lo que se me había venido encima con un aplomo que hasta entonces no había tenido”. Artista viajera, para Maika el álbum ha supuesto una especie de puesta en valor de las propias raíces: “No es un disco de folclore, y yo finalmente soy una persona con la sangre mezclada, que ha vivido desde muy joven aquí y allá. Por tanto, si tratara de hacer música de raíz, sería más bien en plural. Echo de menos un lugar, a veces, pero creo que eso me obliga a ser más sólida y a agradecer los hogares con los que me voy encontrando, y este disco tiene mucho de eso”.
La música es su vehículo de cambio: “Durante los cuatro años que pasaron desde el último disco de estudio hasta Chinook Wind, he estado muy en contacto con la palabra «transición». ¡Cuatro años es mucho tiempo pensando que estás virando! Es un disco catártico en cuanto a que necesitaba grabarlo para pasar página y plantarme en la siguiente etapa, vital y musicalmente.” El viraje ha sido, naturalmente, a todos los niveles: ahora le acompaña en directo un cuarteto de cuerda y trompa para revestir sus canciones: “Es un formato apasionante. Disfruto como nunca con ellos en el escenario. Los instrumentos acústicos pueden ser tanto sutiles y bellos en el sentido clásico, como brutales y poderosos. Son mucho más físicos en ese sentido: responden a la suavidad o a la fuerza del cuerpo del intérprete. Me interesaba cubrir ese rango de dinámica. Me interesaba hacer algo que no hubiera hecho nunca, y tocar en teatros, que son lugares que para mí hacen más por el alma de las personas que las catedrales».
La cantante parece entusiasmada al hablar de Madrid: “Es una ciudad que me gusta muchísimo y que está artísticamente en llamas siempre. Me encantan la vida de calle, el bullicio, que sea un lugar donde confluyen muchas personas de otras procedencias con ganas de hacer cosas. Se siente la libertad y la pulsión de la ciudad en todas partes”. De todos sus conciertos aquí, recuerda especialmente “uno que hicimos con Havalina en la Joy Eslava, donde colaboramos en varios temas, tanto suyos, como nuestros, las dos bandas en el escenario a la vez. Fue uno de esos raros momentos perfectos”. Maika valora especialmente al público madrileño: “No es un público tímido en absoluto y eso, desde mi posición, es un regalo… A veces vamos a ver un concierto y no nos damos cuenta de que si nos guardamos la energía que recibimos en lugar de rebotarla, al artista le cuesta más hacerla crecer. Pero eso pasa más bien poco por aquí”.
Estos son los lugares preferidos de Maika Makovski en Madrid:
– La Sala Wurlitzer (Tres Cruces, 12), que es para mí un templo.
– El restaurante El Mollete (La Bola, 4). Una delicia.
– Pasear junto al Palacio Real un domingo por la tarde, el Museo Thyssen-Bornemisza…
– Las croquetas de Casa Julio (Madera, 37).
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La librería Arrebato (La Palma, 21), por su militancia amorosa.
– La Taberna Balkanika (Urquiza, 15) a la que tengo muchas ganas de ir a probar la deliciosa comida de mi otra península.