El centenario de Carlos III

Categoría: Arte y Cultura 19 enero 2017

Carlos III. c. 1724. Jean Ranc. Museo del Prado.

Se cuenta que el palco real del antiguo Teatro di San Carlo de Nápoles se insonorizó por exigencia del propio monarca para que éste pudiera trabajar o leer mientras la corte se entretenía escuchando la ópera. A diferencia de su padre, Felipe V, que había hecho venir al castrato Farinelli a Madrid para que le curase de la melancolía, Carlos III no era ni mucho menos un melómano y  sus gustos se orientaban más bien hacia la caza, la lectura y muy especialmente las ciencias. Por esto Jean Ranc, en un retrato que hizo del infante a la edad de siete años y que se conserva en el Museo del Prado, lo representa estudiando con atención unas flores y acompañado de aves exóticas.

Nacido en 1716 – hace ahora más de 300 años -, fue duque de Parma y Plasencia entre 1731 y 1735, y rey de Nápoles y Sicilia entre 1734 a 1759, antes de ser nombrado rey de España tras la muerte de su hermano, Fernando VI. Aquí ejercería su poder para llevar a cabo profundas reformas administrativas que tenían como fin modernizar y unificar el país según un programa ilustrado que había podido aplicar antes en Italia. También liberalizó el comercio de cereales, creó la Lotería Nacional, expulsó a los jesuitas y creó las Escuelas de Artes y Oficios, y fue el mejor alcalde de Madrid, reconocimiento con el que ha pasado a la historia debido a las grandes transformaciones urbanísticas de la ciudad en estos años. Prueba de ello es la Puerta de Alcalá, que “ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo”, como cantan Ana Belén y Víctor Manuel, desde 1778.

Vista del Palacio Real Nuevo de Madrid. Antonio Joli.

Por todas estas razones el tercer centenario del nacimiento de Carlos III no ha pasado inadvertido y Madrid lo celebra con seis exposiciones conmemorativas. Mi sugerencia es partir del marco general y poco a poco ir adentrándose en los aspectos más íntimos de su vida. Empezaría con la muestra organizada por el Museo Arqueológico Nacional, Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado, que hasta el 26 de marzo ofrece una completa visión de conjunto a través de sus colecciones de antigüedades romanas y precolombinas, de pinturas históricas, mapas de época y documentos como el acuerdo de paz al que llegó con el Imperio de Marruecos. En estas salas se muestra a un rey que, con la liberalización del comercio en América o el apoyo encubierto a la independencia de los EE.UU, jugó un papel significativo en el concierto internacional. Reflejo de esta política sería su Gabinete de Historia Natural al que su heredero legítimo, el Museo Nacional de Ciencias Naturales, le dedica una exposición hasta el 9 de mayo: Una colección, un criollo erudito y un rey. En esta misma línea la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando reivindica la figura del monarca en la historia de la arqueología con Carlos III y la difusión de la Antigüedad, que puede verse hasta el 16 de marzo. El monarca fue el primero en impulsar las excavaciones de Pompeya y Herculano durante sus años en Nápoles y trajo a Madrid los primeros vaciados de las esculturas allí encontrados, reproducciones que también enviaría a la Real Academia de Bellas de San Carlos de México.

Mujer con abanico y majos. 1775. Lorenzo Tiepolo. Patrimonio Nacional.

Las siguientes tres exposiciones suponen un mayor acercamiento a la vida cotidiana del Madrid del siglo XVIII. También en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando puede verse Una corte para el rey. Carlos III y los Sitios Reales, que hasta el 26 de febrero ilustra con planos y vistas urbanas el recorrido que el rey hacía a lo largo de un año por los cinco palacios de la región: el del Pardo, donde se quedaba entre la Epifanía y Semana Santa; Aranjuez, para las primaveras; La Granja, el más fresco de todos y por lo tanto ideal para el verano; El Escorial, que le acogía en otoño, y el de Oriente, donde puede verse otra de las exposiciones conmemorativas del centenario: Carlos III. Majestad y ornato, hasta el 31 de marzo. A diferencia de las otras, la muestra del Palacio Real es la única que se ubica en un lugar habitado por el propio monarca. Además de reunir una importante selección de obras de arte, entre las que se encuentran las pinturas de tipos populares madrileños de Lorenzo Tiepolo o el mobiliario diseñado por Matías Gasparini, también se ha hecho una recreación del dormitorio original del rey y de la capilla ardiente instalada tras su fallecimiento.

Vaquero a la inglesa. Ca. 1780-1790. Museo del Traje, CIPE (Madrid). Fuente de Apolo. V. Rodríguez. Museo de Historia. Carica Papaya. Real Expedición Botánica de Nueva España (1787-1803). @RJB-CSIC

En realidad la sexta de las exposiciones conmemorativas a las que quiero referirme no trata exactamente sobre el rey, sino sobre la villa que gracias a él se convirtió en una de las grandes capitales de Europa. Bajo el título de Carlos III y el Madrid de las Luces puede verse, en el Museo de Historia de Madrid, una interesante selección de obras provenientes del Museo del Prado, el Museo del Traje, la Biblioteca Nacional, el Real Jardín Botánico o el Archivo de la Villa, que guarda tesoros como la partitura original de La Clementina, en la que el propio autor, Luigi Bocherini, tachó la palabra ópera para poner en su lugar zarzuela. La muestra incluye instrumentos de música, indumentaria, estampas populares, piezas de cerámicas etc…y recuerda que las fuentes de Apolo, Neptuno y Cibeles, iconos del Madrid de hoy, fueron construidas por iniciativa del monarca. Después de verla sólo cabe preguntarnos qué hubiese sido de Madrid sin Carlos III, el mejor alcalde de la ciudad.

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