El Madrid de Almodóvar
¿Quieres conocer la visión personal y asombrosa que Pedro Almodóvar ofrece de Madrid en sus películas? Soy de los que creen que su cine no sería el mismo si Almodóvar se hubiese ido a vivir a otra ciudad diferente. Madrid no es sólo el escenario fundamental de muchas de sus películas, sino que en algunas es incluso un personaje más. El propio director lo ha reconocido alguna vez: “Siempre he encontrado en esta ciudad el paisaje perfecto con la fauna adecuada (insolente e ideal) para cada una de mis películas”. Y sí, también en Los amantes pasajeros, su último y provocador filme, aparece Madrid.
Y es que aunque su última película, recién estrenada en España, se desarrolla casi íntegramente a bordo de un avión, también hay espacio para un sitio emblemático de Madrid: el Viaducto. Un lugar ligado en el imaginario colectivo de los madrileños a la idea del suicidio como demuestra el personaje de Paz Vega. El Viaducto es un ejemplo del estilo racionalista diseñado en los años 30 aplicado a las infraestructuras, y que sirve desde 1942 (cuando finalmente se finalizaron las obras) para unir Las Vistillas con el Palacio Real.
Almodóvar ya había incluido esta localización en anteriores películas: en Matador (1986), un melodrama sobre la idea de la muerte llevada a sus últimas consecuencias, y también en Los abrazos rotos (2009), en donde el protagonista vivía al lado. En Los amantes pasajeros se puede ver el Viaducto desde todas las perspectivas (y hasta ahí puedo contar…).
Pero vayamos a los comienzos. Madrid, finales de los años sesenta. Un jovencísimo Pedro Almodóvar llega a la gran ciudad con la que tanto ha soñado. Entra a través de la carretera de Extremadura, pero la ciudad con la que se encuentra es muy diferente a la que siempre había imaginado. En su fantasía, y a través de los relatos que había escuchado a su madre, Madrid era la meca de la modernidad, la ciudad de las oportunidades. Él mismo ha reconocido que se imaginaba que pasear por Madrid era como hacerlo por los decorados de Sissi Emperatriz. Sin embargo, no fue ésa la sensación que tuvo aquel día, a pesar de que el tiempo se encargó de demostrarle que aquí iba a dar rienda suelta a su imaginación y que su nombre traspasaría fronteras.
Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) sólo podían vivir aquí. Tiro, el príncipe heredero del imaginario Tirán, viajaba al Laberinto de pasiones (1982) en que Madrid se había convertido en los primeros ochenta. La ley del deseo (1987) sólo se entiende con el fondo de la movida madrileña. Becky del Páramo vuelve desde México para encontrarse con sus recuerdos madrileños en Tacones Lejanos (1991), aunque lo que se encuentra es una urbe muy diferente:
-Dios Santo, ¡cómo ha cambiado la ciudad!
-Hay partes que no vas a conocer
-Lo que me preocupa es que esta ciudad no me reconozca a mí.
Incluso, esa pequeña infidelidad que supuso Todo sobre mi madre (1999) parte de la necesidad de la protagonista de huir de Madrid después de un acontecimiento tan dramático como la muerte de su único hijo, atropellado al lado del Círculo de Bellas Artes cuando corre para pedirle un autógrafo a su actriz favorita.
En sus primeros filmes, las localizaciones no eran especialmente reconocibles. No había ni rastro de la Gran Vía, ni de la Plaza Mayor, ni del Madrid de los Austrias o de la Puertade Alcalá. Sin embargo, Madrid siempre estaba ahí, casi se podía respirar. “La ciudad más divertida del mundo”, como se encargaba de decir el protagonista de Laberinto de pasiones, fue sofisticándose con el paso de los años, al mismo ritmo que el cine de Almodóvar.
Ésta es una relación de algunos de los escenarios más reconocibles de sus películas:
La Bobia. Miradas provocadoras y mucho ligoteo en la actual cafetería Wooster (Duque de Alba, 3), en el Rastro. Lugar mítico de la Movida y fundamental en Laberinto de Pasiones. Aquí arranca la película y el tórrido encuentro entre los dos protagonistas interpretados por Imanol Arias y Cecilia Roth. También aparece uno de los personajes fundamentales de esa época: Fabio McNamara.
Cuartel del Conde Duque (Conde Duque, 9). “¡Riégueme! No se corte”. Es una de sus escenas más famosas. El personaje que interpreta Carmen Maura le pide a un operario municipal que la alivie del sofocante calor estival en La ley del deseo.
Montalbán, 7. Conejos, gallinas y otros animales habitaban el ático de Pepa (Carmen Maura) en Mujeres al borde de un ataque de nervios. Como fondo, el skyline dela Gran Vía con el edificio de Telefónica.
Villa-Rosa. (Plaza de Santa Ana, 15). Miguel Bosé se convierte en la chica Almodóvar más deseada en Tacones lejanos. ¿Femme Letal o el juez Domínguez? Un personaje dual que triunfa en un mítico tablao y bar de copas que forma parte de la noche madrileña desde los pasados años veinte.
Plaza del Alamillo, 5. Nadie lo sabe, pero Becky del Páramo (Marisa Paredes) regresa a Madrid para morir en Tacones lejanos. A pesar de ser una gran estrella quiere hacerlo en el sótano en el que vivió de niña junto a sus padres, que eran los porteros de la finca.
Teatro María Guerrero. Becky del Páramo (Marisa Paredes) canta Piensa en mí, con la voz de Luz Casal. Una escena de gran intensidad que su hija (Victoria Abril) escucha desde la cárcel.
Plaza de Puerta de Moros. Unos botines demasiado apretados y la ansiedad de no poder quitárselos. Todo un reflejo del estado de ánimo de Leo (Marisa Paredes), quien sale a la calle y le pide a los transeúntes inútilmente que la ayuden a descalzarse en La flor de mi secreto.
Plaza Mayor. Unas copas de más y un baile en uno de los lugares más emblemáticos de Madrid. Juan Echanove danza para Marisa Paredes en La flor de mi secreto.
Puerta de Alcalá. “Puja, puja, puja”. Pilar Bardem le grita a Penélope Cruz que empuje momentos antes de dar a luz en un autobús municipal en Carne trémula. Es la navidad de 1970 y Madrid aparece desierto. Por la ventana vemos pasar el palacio de Santa Cruz, el edificio Metrópolis ola Puerta de Alcalá.
Prado, 2. Alicia (Leonor Watling) baila y Benigno (Javier Cámara) espía desde su ventana. El actual hotel Room Mate Alicia (toma el nombre del personaje) sirvió de decorado para la escuela de ballet de la profesora Katerina Biloba (Geraldine Chaplin) en Hable con ella.
Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas. Las nuevas instalaciones del aeropuerto madrileño aparecen en Volver. Allí trabaja como limpiadora Penélope Cruz. También aparece el exterior al principio de Los amantes pasajeros, puesto que la película transcurre en un vuelo entre Madrid y México DF.
Chicote. Unos gin tonics y una confesión. El personaje de Blanca Portillo cuenta su historia secreta en una de las escenas fundamentales de Los abrazos rotos. Por esta mítica coctelería de la Gran Vía han pasado las estrellas más rutilantes del star system tanto patrio como internacional. Si las paredes de Chicote hablaran contarían como Ava Gardner sedujo al célebre torero Luis Miguel Dominguín.
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