A veces ocurre que pasamos mil veces por delante de un mismo sitio y casi ni nos damos cuenta de que existe. Estamos acostumbrados a ver sus escaparates como si fueran parte del paisaje urbano y ni se nos ocurre entrar y fisgar un poco. Pues algo así me pasó el otro día. Que, casi sin proponérmelo, descubrí todo un clásico de Madrid que os recomiendo: Mantequerías Bravo.
Es una tienda de las de toda la vida, con ese algo especial que las hace únicas y que se puede apreciar con sólo contemplar su preciosa fachada, todo en madera y cristal, que evoca tiempos pasados. Para conocer sus orígenes hay que remontarse al año 1931. Cruz Bravo alquiló el local en el que se encuentra hoy la tienda, en la calle Ayala, 24. Entonces era algo parecido a una bodeguilla, pero de ella sólo quedó el olor a vino tras abrir como tienda de ultramarinos… Hoy en día, entre sus paredes, ya una vez dentro, se puede respirar en cierto modo la historia.
Cuando entro a uno de estos sitios siempre intento imaginar su vida pasada, cómo sería el dueño, cómo serían los clientes o el ambiente en la calle. Pues aquí, en Mantequería Bravo, todo eso es fácil de visualizar. Elena, la actual responsable, forma parte de la tercera generación de la familia fundadora, y sabe bien cómo era todo entonces. Pero también sabe bien cómo enfrentarse a los nuevos tiempos, y por eso dan a conocer a sus clientes esos productos especiales, auténticas joyas delicatessen, que les llegan cada día. Jamón y fiambres de primerísima calidad, caviar, aceites de oliva, foie gras, una variada gama de excepcionales tés… e incluso cualquiera de las últimas ginebras de moda.
Pero si por algo Mantequerías Bravo es todo un referente en nuestro país es por reunir en sus estanterías los mejores vinos de España y del mundo. Hay Pingus, Vega Sicilia, L’Ermita, Petrus, Chateau Mounton Rothschild, Chateau D’Yquem… Y lo mejor: en formatos únicos, que abarcan desde las típicas miniaturas hasta botellas de 27 litros de conocidas bodegas. ¡Todo un museo!
Daniel, el encargado, y, en realidad todo el equipo, asesoran a los clientes para facilitar sus compras y sugerirles regalos o productos, que también pueden ser envasados al vacío o enviados a cualquier parte del mundo. Quizás cuando cruce la puerta de esta tienda se encuentre con una agradable sorpresa: una cata de vinos o la degustación de queso o jamón. ¡Disfrútelo! Eso es lo que más desean en Mantequerías Bravo: que todo el mundo se sienta como en casa. Una tienda clásica de alimentación, en pleno Barrio de Salamanca, que se reinventa cada día. Su aroma, su cálido ambiente y sus infinitos sabores son una tentación continua.