La verdad es que he de confesar que esto que os voy a contar lo hice para consentir un poco a Manuela. Y, aunque algo preocupada al principio, tengo que decir que resultó ser todo un planazo: un picnic en las barcas del estanque del parque de El Retiro de lo más divertido.
Existen dos cosas a las que pocas niñas se pueden resistir (por lo menos, la mía): unos zapatos rojos (si son con tacón, mejor) y una cesta de mimbre. Sí, como esas que en los cuentos sirven para recoger los deliciosos frutos del bosque. Con estas premisas (o sea, zapatos y cesta) Manuela me propone picnic y yo pienso… ¿otra vez? Tengo que pensar algo que haga de esta merienda algo realmente emocionante. ¡Eureka! Ya tengo una idea: lo haremos en las barcas del Retiro.
Con la compra hecha (si estáis en un hotel, es facilísimo, ya que el centro está lleno de pequeños supermercados muy bien surtidos), comienza la aventura. Cada una se hizo sus sándwiches favoritos, entiéndase jamón y queso por un lado y, por el otro, brie con rúcula y tomate + unas frutas y bebidas. Como ir al Retiro es una delicia vayas a lo que vayas pues decidimos ir caminando desde la Puerta del Sol, que está muy cerca. Llegamos al embarcadero y, tras pasar la primera emoción del: «¡Cómo se mueve! Es como la barca de la sirenita cuando cantan las ranas«, enseguida Manuela se planteó otra cuestión más importante: «¿Seguro que esto no se hunde mamá?».
Conseguimos remar hacia el centro del estanque donde la vista del parque se vuelve única, con una nueva perspectiva que es como verlo por primera vez. Desde ahí elegimos un lugar para que nuestra pequeña protagonista de zapatos rojos abriera su cesta y comenzará el picnic en movimiento… Postdata: No apto para aquellos que se mareen.