Uno de los vértices del Paseo del Arte en Madrid es el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Ahora, después de admirar el Gernika de Picasso y las obras de otros grandes maestros, hay que pasarse por el nuevo espacio gastronómico, Arzábal Museo, para disfrutar de la cocina española en versión tapeo contemporáneo.
Al frente de Arzábal Museo Reina Sofía están dos “monstruos”, Álvaro Castellanos e Iván Morales, que están triunfando con su gastronomía desde que abrieron Taberna Arzábal, hace ya seis años, Lovnis, con platillos combinados de toda la vida, y su versión japo en Japanese Kirikata. Aquí han trasladado su carta de la Taberna con los platos estrella y muy castizos: croquetas de jamón ibérico con leche de oveja, gambas al ajillo, sus patatas a la importancia con cigalitas o unos auténticos callos a la madrileña.
Arzábal apuesta por los productos de temporada cocinados de la manera más tradicional y sencilla. Todo el tapeo aparece en la pizarra, además de las sugerencias que irán entrando y saliendo según marque la época y el mercado. Nada más entrar, vemos que los vinos aquí son su punto fuerte, pues ocupan las estanterías-paredes que separan los distintos ambientes: con más de 300 referencias de todo el mundo.
El espacio es moderno, muy atractivo, ocupa 900 metros cuadrados, con techos abovedados y decorados con manchas que simulan un mapa del mundo (aunque a mí me recuerda, también, la piel de vaca), y está abierto desde el desayuno a la hora de las copas. Es un espacio non stop tan de moda y tan necesario para un museo como el Reina Sofía que el año pasado recibió a cerca de tres millones de visitantes, un gran número de ellos internacionales a los que Arzábal quiere acercar la comida typical spanish pero renovada con su particular sello.
Para conquistar a todos, se han traído también la barra, imprescindible para un buen tapeo. Y calcada, la carta de la taberna “madre” (y también los mismos precios) que abrieron a un paso del Retiro con una pizarra llena de platos para compartir, servidos en raciones o medias raciones, buenos embutidos con dos jamones ibéricos, DO Salamanca o DO Extremadura, y también conservas de calidad, una costumbre muy madrileña la de acompañar el aperitivo o las cañas con unos ricos berberechos o unos mejillones.
Pero también podemos sentarnos plácidamente para descubrir la carta y encontrarnos con unos guisos llenos de enjundia… y muy bien elaborados. Cada día hay un plato de cuchara (impresionantes las alubias con almejas) y otro de pasta fresca. Y de fondo, una buena representación del recetario patrio como la ensalada de perdiz escabechada, el pisto asado o las albóndigas de ternera Royal, con matices de cocina casera y sabrosa.
Hay otros platos de corte internacional, como la bullabesa de pescado y marisco, el ciervo asado con salsa de chocolate y frutas ácidas o un buen steak tartar, para acertar con clientes llegados de todas las latitudes. En la selección de postres hay mucho donde elegir, pero me quedo con la torrija con helado.
Este verano la terraza de Arzábal Museo Reina Sofía va a dar la campanada. Tiene todas las papeletas para convertirse en la terraza de moda. En sus 700 metros cuadrados recrea casi un jardín botánico, con estructuras metálicas, distintos ambientes y mobiliario para diversificar la oferta: aquí se puede venir a tomar un café tranquilo, unas copas y cócteles rodeados de un ambiente chill out… o a tomarse una buena parrillada. Han montado una parrilla doble, grandiosa, que va a ser un reclamo infalible.