No hace falta salir de Madrid para disfrutar de uno de esos espectáculos que la Naturaleza regala en cuanto presiente la llegada de la primavera. Aunque aún queda casi un mes para el cambio de estación, algo maravilloso puede estar a punto de ocurrir… La imagen tan icónica de los almendros en flor en numerosos puntos de España, o incluso del mundo, tiene su pequeña réplica, más íntima y recogida, en un parquecito de la calle de Alcalá, desconocido por muchos. Es la Quinta de los Molinos, justo al lado de la boca de Metro de Suanzes, en el distrito de San Blas.
Porque es ahora, justo ahora -o un día de estos, estad muy atentos-, cuando hay que acercarse hasta aquí para disfrutar de ese precioso efecto de panorama nevado que produce la floración de los almendros, de los que hay muchísimos ejemplares en el parque, unos 6.000. Sus copas blancas y rosas sirven de inspiración a multitud de pintores, que en cuanto llegan estas fechas no quieren dejar pasar la oportunidad de plasmar con pinceles algo que es tan difícil de ver. ¡Sólo ocurre una vez al año! Y apenas dura unos días…
Disfrutar del momento es, además, la mejor de las excusas para conocer la Quinta de los Molinos, uno de esos rincones casi secretos que esconde Madrid. Aunque ahora esté a dos pasos del centro, esta zona era antes el extrarradio de la ciudad, donde tenían sus residencias de verano numerosas familias nobles. A comienzos del siglo XX el conde de Torre Arias donó unos terrenos al arquitecto César Cort, quien compró otros colindantes para así hacer más grande su finca, en la que construyó un palacete de estilo prerracionalista, con una gran torre, y la que es conocida como la Casa del Reloj, de paredes rojizas.
Las 25 hectáreas del parque incluyen grandes extensiones de arbolado, en las que es posible encontrar, además de los famosos almendros, una gran cantidad de especies, como olivos, cedros, plátanos, lilos… Existen multitud de senderos, que hay que recorrer sin rumbo para encontrarse, aquí y allá, con estanques, fuentes, pozos… y hasta una pista de tenis de hierba con un pequeño graderío alrededor, en la que, claro está, no se puede jugar. Aunque, puestos a jugar… ¿qué tal si buscamos los dos molinos de viento que dan nombre al lugar? Fueron traídos desde Estados Unidos en torno a 1920 para extraer agua de regadío.
Si te parece que la Quinta de los Molinos es una pequeña joya, te proponemos que conozcas otros parques de Madrid que esconden a su vez numerosos secretos… Estos son algunos de ellos:
También hay algún almendro en esta quinta recién abierta al público, prácticamente al lado de la Quinta de los Molinos, también en la calle de Alcalá. Sus jardines albergan hasta 51 especies diferentes, entre las que destaca una encina ¡de 300 años! Los domingos se realizan visitas guiadas a cargo de educadores medioambientales, aunque aquí lo mejor es imaginar cómo era la antigua vida en su palacio rojo. ¡Qué pena que no podamos entrar! Por tener tuvo hasta un vestidor de estilo persa…
En la Alameda de Osuna. Fue construido a finales del siglo XVIII por expreso deseo de la duquesa de Osuna, que quiso reproducir el Petit Trianon de Versalles en su finca, situada entonces a las afueras de Madrid. Ella quiso su propio embarcadero. Y lo tuvo. Y también fuentes, un templete dedicado a Baco, un laberinto de arbustos, un pozo y hasta un abejero frente al que le gustaba degustar una taza de chocolate. Para presidir una de las salas del palacio, en el mismo parque, el mismísimo Francisco de Goya pintó Escena de brujas, que hoy se puede contemplar en el Museo Lázaro Galdiano.
Hace solo unos meses se abrió al público un búnker de la Guerra Civil, construido, a 15 metros de profundidad, por el bando republicano durante la contienda. Se puede visitar los fines de semana, igual que el parque, que, además, encierra más curiosidades. ¿Sabías que en 1835 tuvo lugar aquí la primera carrera de caballos?
Y además…
En el parque Juan Carlos I, junto al Campo de las Naciones, hay un olivar –el de la Hinojosa-, con una buena cantidad de olivos centenarios, y esculturas de arte contemporáneo (atención a esos Dedos), en el parque del Cerro del Tío Pío, en Vallecas, siete colinas con espectaculares vistas de Madrid, y en el jardín del Príncipe de Anglona un auténtico remanso de paz para disfrutar de un libro entre enredaderas en pleno barrio de La Latina.