
Casa Mira
¿Eres de turrón duro, o del blando? ¿Te encanta la fruta escarchada y nadie te entiende? ¿Haces tus propios roscones? ¿Odias las peladillas pero amas los polvorones? Esta nueva píldora de la serie #CómeteMadrid es una hiperglucemia navideña irresistible: turrón, yemas, anguilas de mazapán, mantecados, Galette des Rois y simplemente chocolate: hemos ido a por todas para llenar la despensa y la imaginación de pura Navidad en el centro de Madrid.

Casa Mira
Cada dulce ligado a una celebración nos transporta, casi sin darnos cuenta, a todas las veces que lo hemos saboreado antes. Basta un primer bocado de turrón para que, como si fueran postales enviadas desde lo más profundo de la infancia, regresen a la memoria todas aquellas Navidades en las que lo disfrutamos. Madrid también guarda una memoria colectiva de la Navidad: las compras, las luces, los artículos de broma y las figuritas de belén compradas en la Plaza Mayor. Un chocolate caliente, elegir el número de la lotería, un villancico y subir a los niños a un tiovivo. ¿Te suena familiar? Atención a lo que escribió Benito Pérez Galdós en su novela La Desheredada en 1881:

Casa Mira
“Llegó la Navidad, llegaron esos días de niebla y regocijo en que Madrid parece un manicomio suelto. Los hombres son atacados de una fiebre que se manifiesta en tres modos distintos: el delirio de la gula, la calentura de la lotería y el tétanos de las propinas. (…) no se puede andar por las calles porque se triplica en ellas el tránsito de la gente afanada, que va y viene aprisa. Los hombres, cargados de regalos, nos atropellan, y a lo mejor se siente uno abofeteado por una cabeza de capón o pavo que a nuestro lado pasa”.
Y sigue Galdós al tema que nos interesa hoy: “Las confiterías y tiendas de comidas ofrecen en sus vitrinas una abundancia eructante y pesada que por la vista, ataruga el estómago. No bastan las tiendas, y en esquinas y rincones se alzan montañas de mazapán, canteras de turrón, donde el hacha del alicantino corta y recorta sin agotarlas nunca”. Ahora que ya tenemos claro que Madrid es un destino por derecho propio de felicidad navideña en todas sus formas, vamos pues a aprovisionar la despensa de dulces.

Casa Mira
Arrancamos en Casa Mira, cuya historia arranca en 1842, cuando su fundador, Luis Mira —un maestro turronero de Jijona— llegó a Madrid con un carro cargado de turrones y empezó vendiéndolos en un puesto en la Plaza Mayor. A partir de ese éxito, en 1855 se estableció la tienda física en la Carrera de San Jerónimo, donde sigue hasta hoy, inmutable como una máquina del tiempo. Desde entonces, Casa Mira ha permanecido en manos de la misma familia, llegando ya a su sexta generación. Elaboran sus productos, y tienen un gran catálogo: mazapanes, polvorones, fruta escarchada, tortas, bombones, peladillas, piñones, yemas de nuez, marrón glacé… pero en Navidades el turrón al corte es el rey.

El Riojano
Seguimos en El Riojano, que es otro icono madrileño. Fue fundada en 1855 por el pastelero personal de la reina María Cristina de Borbón, Dámaso Maza, oriundo de La Rioja. Aquí la Navidad sabe a anguilas de mazapán, mantecados, frutas escarchadas o a los riojanitos. Este local, con aires elegantes de maderas nobles y mármoles, tiene un coqueto salón de té donde sentarte a merendar… a cualquier hora del día. No dejes de pedir sus pastas del consejo, que la Casa Real pedía para que un pequeño Alfonso XIII tuviera un aliciente para acudir a las reuniones del Consejo de Regencia y se siguen elaborando como entonces.
¿No eres fan del turrón y los polvorones se te atragantan? Tenemos algo para ti, en un minúsculo local en la calle Bonetillo se encuentra Yam Yam Cacao, donde elaboran con mimo y casi diría que reverencia, exquisitos bombones y tabletas de chocolate. Partiendo de un cacao de gran calidad, las combinaciones son irresistibles: con naranja confitada, pistachos y sal de Maras, praliné de avellanas, toffee y cacahuetes, almendras caramelizadas o violetas… Pide un chocolate caliente mientras te cuentan sobre sus deliciosos talleres con cacao.

Santa Eulalia
Terminamos en Santa Eulalia, un oasis en la calle del Espejo que atesora un pedacito de muralla cristiana del siglo XI. Es una pâtisserie muy madrileña y su filosofía es la de confiar en la producción a escala humana. “El proceso es antiguo e intuitivo; es artesanía, ciencia, arte y filosofía”. En su obrador elaboran cada día pan, pasteles y bollería, tartas, galletas y tartaletas… que los clientes llevan a casa o disfrutan durante todo el día junto a un café o un té. En Navidades el obrador elabora sus especialidades: preciosos troncos de Navidad, roscones y Galette des Rois, una tarta francesa de hojaldre rellena tradicionalmente de crema frangipane, hecha de almendra y crema pastelera.

Santa Eulalia
Aquí termina este recorrido por el centro de Madrid, ¡solo 4cuatro ejemplos entre muchísimos más! Esperamos que estas recomendaciones te suban las ganas de compartir un bocado navideño, y sin caer en la “pesadez eructante” de Pérez Galdós, disfrutes de los recuerdos que nos evocan estos dulces. Ya es Navidad de nuevo.