Castizo chic

Categoría: De Compras 10 mayo 2013

Don Flamenco (León, 17).

El concepto Typical spanish también puede ser un sello de exclusividad y estilo. Artesanos al tanto de las últimas tendencias, gastrobares con ambiente neocañí y jóvenes promesas del cuplé proponen una estética en la que conviven lo castizo y lo chic.

Nuestro paseo comienza muy cerca de la Puerta del Sol, en una de las tiendas más exclusivas de la ciudad, Capas Seseña. Y lo de exclusiva no es un decir, porque se trata de la única tienda del mundo especializada en este tipo de prenda tradicional. Desde su fundación en 1901 han pasado por aquí personalidades como el escritor Camilo José Cela, que recogió el Premio Nobel con una capa sobre sus hombros, o los actores Pierce Brosnan o Marcelo Mastroiani, que visitó la tienda en 1974 acompañado de Catherine Deneuve, su novia de entonces. Pablo Picasso, Federico Fellini, Michael Jackson o Hillary Clinton han vestido capas fabricadas en este taller que en los últimos años está apostando además por nuevos diseños en seda para la mujer.

También exclusivos son los zapatos de baile hechos a medida de Don Flamenco, cuyo dueño, Manuel Ballester, me comenta que más de la mitad de los encargos que reciben son de fuera de España y que gustan tanto sus modelos que también hacen calzado para vestir. Ahora en su escaparate de la calle León sorprende una frágil falda de papel creada por la firma Objetos perdidos, que en más de una ocasión ha demostrado que cosas abandonadas injustamente pueden resultar hermosas si sabemos mirarlas. Este proyecto lo hicieron con motivo de Decoracción 2012, un festival de interiorismo que se celebra en el Barrio de las Letras cada mes de septiembre.

Capas Seseña (Cruz, 23).

En esta zona, en torno la escuela de danza española Amor de Dios, se encuentran muchas de las tiendas especializadas en vestuario flamenco, pero Keflamenca podría pasar inadvertida en Malasaña. El duende lo pone Silvia Arcavín, quien vino de Argentina para completar sus estudios de baile y ha terminado bajándose de los tablaos para diseñar vestidos que enamoran a folclóricas modernas. En su tienda de la calle Tres Peces se venden todo tipo de complementos, como unas divertidas peinetas de macramé o unos pendientes geométricos. Pero por lo que su sello se ha hecho conocido en el mundillo es por los atrevidos estampados que usa y que van mucho más allá de los clásicos lunares hacia el pop art.

De estampados  saben mucho en La Revoltosa, una mercería retro que parece dirigirse a esas modistillas de zarzuela que en los últimos años se han pasado al punk. La filosofía DIY (do it yourself) de este almacén de telas y botones es que uno se convierta en su propio estilista. Además hacen todo tipo de arreglos y consiguen que molen las prendas que pasaron de moda hacen lustros. Con dos locales, uno en El Rastro y otra en Triball, también dedican parte de su espacio a la promoción de jóvenes diseñadores, los complementos y la segunda mano.

KeFlamenka (Tres Peces, 34).

A lo largo de este recorrido también podemos encontrar la combinación exacta de lo castizo y lo chic en nuestro paladar y un buen sitio para descubrirlo es Estado Puro, el gastrobar de Paco Roncero que ha actualizado la clásica tapa madrileña. Tanto en la sede del Hotel NH del Paseo del Prado, como en el del Palacio de Tepa, la peineta alcanza dimensiones arquitectónicas cubriendo los techos como si fueran las escamas de un pez.

Muy distinta es la atmósfera que se respira en Casa González, una tienda de ultramarinos fundada en 1931 que con los años se ha transformado en un delicatessen asequible para todos los bolsillos. El ajedrezado blanquiazul de su mostrador y una exquisita selección de quesos franceses e italianos nos harán pensar en la película francesa Amélie. Pero Casa González es un sitio castizo donde los haya con sus letras grabadas sobre el escaparate y una extensa lista de vinos con denominación de origen española.

Estado Puro (Plaza Cánovas del Castillo, 4).

De vino, de aceites y de cervezas españoles pueden contarnos muchas cosas en el Mercado de San Fernando, el granero de Lavapiés, donde un buen puñado de comercios apuestan por la ecología, la economía sostenible y la tradición. Por ejemplo en La Buena Pinta se venden cervezas artesanales producidas en Madrid, como Cibeles, La Virgen y LEST y en La Siempre Llena el vino se compra a granel, como se hacía antes. A sus socios se les ocurrió la idea después de visitar Italia, donde nació el movimiento slowfood, que reivindica la comida orgánica y el consumo de productos locales. Fuera del mercado, en la calle Embajadores la frutería-café ecológico El Mar-Tiendita enBioverde también se suma este concepto que está transformando el barrio más castizo de Madrid, aunque conserva la pintoresca fachada de azulejos del antiguo local, una barbería.

Para muchos no hay nada más madrileño que unos callos. Muy cerca, en el número uno de la calle Encomienda, nos encontramos con una casquería para gourmets. Se llama Os-Car y fue fundada en 1932. Es tan delicada, con su pequeño escaparate en el que suelen colgar como si fuera una piel las tripas del animal, que incluso aquellos que hasta ahora se han resistido a comprobar que las vísceras, los entresijos, las asaduras o las achuras son deliciosas, sucumbirán a sus encantos. Pero esto que os cuento no es nada contradictorio con un paladar que combine lo castizo y lo chic, la casquería está siendo recuperada por algunos de nuestros grandes chefs, como Abraham García, del restaurante Viridiana, o Joaquín Felipe, de Europa Decó.

Casquería Oscar (Encomienda, 1).

La banda sonora de este post sería una copla interpretada por Martirio, que lleva años coqueteando con el bolero, el jazz o el rock; un “cuplé neorrealista” de La Puríssima o una sicalipsis de La Bernalina, dos jóvenes cantantes que han desempolvado la música de nuestras abuelas para demostrarnos que sigue sonando muy actual. Y si hubiera que ponerle acotaciones a este paseo, iríamos sin duda a la Sala Tribueñe, galardonada el año pasado con el Premio Ojo Crítico de Teatro por difundir la cultura popular española. Su espectáculo Por los ojos de Raquel Meller, que ha escrito y dirigido Hugo Pérez, es un musical sobre la mítica cupletista que no quiso trabajar con Charlie Chaplin en Luces de la ciudad, pero esta historia merece otro post.

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