Aunque hay días que no lo parezca, Madrid es la capital europea con más horas de sol al año. Para ser exactos, 2.909, según las últimas estadísticas. También es la que cuenta con mayor número de árboles, unos 250.000, a los que hay que sumar 189 parques y jardines, algunos de ellos grandes desconocidos precisamente por ser pequeños. Como estamos en primavera no se me ocurre nada mejor que salir a descubrirlos.
Más allá del parque de El Retiro, la Casa de Campo y el Real Jardín Botánico, Madrid sigue siendo una ciudad verde. El fin de semana pasado, gracias al programa Mira Madrid, los madrileños pudimos redescubrir la preciosa Rosaleda del Parque del Oeste, que en estos días está en su máximo esplendor. Fue creada en el año 1955 en un espacio de más de 30.000 metros cuadrados construido a modo de terraza en una ladera con fuerte pendiente. Merece la pena pasear con calma y disfrutar del aroma y color que proporcionan sus 20.000 rosales, que corresponden a más de 650 variedades diferentes. En el año 2006 fue galardonada con el distintivo de Jardín de Mérito Internacional, premio que otorga la World Federation of Rose Societies a aquellos jardines dedicados a las rosas que destacan por su calidad, singularidad y belleza en el mundo.
En Madrid podemos disfrutar de las rosas… pero también de las dalias. Situado en lo alto de una pequeña meseta, junto a la Basílica de San Francisco el Grande, en la zona de las Vistillas, se encuentra la Dalieda de San Francisco. Aquí, en sus tiempos, había un convento, pero hoy lo que hay es una serie de parterres a distintas alturas donde se cultivan más de 50 variedades de dalias. En total hay más de 700: las primeras fueron trasladadas aquí en 2007 procedentes de la dalieda que existía junto al Palacio de Cristal de la Arganzuela, que hoy acoge un invernadero con plantas tropicales. Caminar por los pasillos naturales que se abren entre las dalias es todo un placer, pero si además lo hacemos a la hora del atardecer, mucho mejor. Junto a la estatua de San Isidro Labrador se abre un mirador con unas espectaculares vistas.
De vistas también presume la Huerta de la Partida, en la margen derecha del río Manzanares, muy cerca de la explanada del puente del Rey. En realidad pertenece a la Casa de Campo, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, cuando la familia Vargas, una de las más influyentes de la ciudad, se hizo construir en la zona su casa de campo, que después pasaría a formar parte de la corona. Aquí mismo estaba la huerta, que proporcionaba frutas y verduras. En la actualidad cuenta con senderos repletos de olivos y árboles frutales (avellanos, almendros…). En la parte alta hay un mirador desde el que se contempla no solo el parque de Madrid Río. También, el Palacio Real, la Catedral de la Almudena y, a la izquierda, las torres de la plaza de España.
Y ya que hablamos de huertos… En el Madrid de los Austrias, en la calle Sacramento, os sorprenderá el Huerto de las Monjas. Aunque hoy veamos construcciones modernas a su alrededor, en su día, allá por el siglo XVII, perteneció a un convento de monjas cistercienses, que plantaban verduras y hortalizas en este lugar, que evoca la atmósfera del Madrid enclaustrado del Siglo de Oro. El convento fue demolido en 1972. Cuenta con bancos para sentarse a descansar o leer un libro y una pequeña fuente con tres querubines de bronce.
Este jardín es todo un remanso de paz, como lo es también el Jardín del Príncipe de Anglona, en el barrio de La Latina, que formó parte del palacio que se levanta al lado. Es de mediados de siglo XVIII, aunque a lo largo de los años ha sufrido diversas remodelaciones. Lo que más llama la atención es su pérgola de rosales trepadores… y el silencio, a pesar de que estamos en la siempre animada plaza de la Paja.
Hay museos en Madrid que también tienen jardines sorprendentes, como el Museo del Romanticismo, la Casa Museo de Lope de Vega, o el Museo Sorolla, una auténtica maravilla, diseñado por el propio pintor. Consta de tres espacios. El primero está inspirado en el Jardín de Troya del Alcázar de Sevilla, presidido por una fuente de mármol, y el segundo, de estilo neoárabe, en el Generalife granadino. En el tercero destacan la llamada Fuente de las Confidencias y una agradable pérgola en la que Sorolla solía sentarse con su familia. El jardín aísla el museo del bullicio de la calle y es apreciado por el público como un refugio apacible donde se escucha el rumor de las fuentes y se disfruta del color y el olor de la vegetación.
Y para terminar, ¿sabríais decirme cuántos jardines verticales hay en Madrid? La respuesta es… ¡Tres! El más famoso es el que hay justo a la entrada de CaixaForum, un muro de 460 metros cuadrados cubierto por más 15.000 plantas, autóctonas y foráneas, que no necesitan tierra, solo agua y nutrientes. Es un diseño del botánico francés Patrick Blanc, creador también del jardín vertical de la Torre de Cristal, una de las cuatro de la plaza de Castilla, que se extiende desde la cota 210 hasta la 250 del edificio por su cara oeste, la que mira al paseo de la Castellana. Es difícil verlo, ya que salvo en ocasiones especiales no está abierto al público. Más sencillo es contemplar el del Hotel Mercure Santo Domingo, que en 2011 fue reconocido por el Libro Guiness de los Récords como el más grande del mundo. Con más de 1.000 metros cuadrados cubiertos por 2.500 plantas de 260 especies está inspirado en los mismísimos Jardines de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo.